SEÑOR, YO NO TE CONOCÍA
Señor, yo no te conocía,
nunca pude hablar contigo, no sabía
yo dudaba de Ti, pero quería conocer la Verdad
¿Porqué debo creer?, me preguntaba,
pero algo muy dentro me bullía,
me hacia pensar por largas noches,
yo buscaba el camino de la vida.
No podía vivir sin una meta,
sin una fé que al alma sostuviera,
vivía y no vivía, solo era
como ola que el viento la moviera.
Pero un día, un silbo delicado
parecía percibir mi pobre alma
y sentía, Señor que de tu mano
me llevabas infundiéndome la calma.
Algo en mi ocurría, no sabia,
conocí de Tu amor, ¡Qué Tu vivías!
Y vivías en mi ser, lo percibía
y ahora hablar contigo ya podía.
Conocí que tanto Tu me amaste
que Tu Vida diste por la mía,
anulando aquella deuda con el Padre
que a mi alma tenía tan hundida.
Me sentí por fin ya liberada
como un pájaro que vuela por el aire
suspendida en una nube de esperanza,
llena de tu amor y tus cuidados.
Gracias debo a Ti, Jesús amado
que a mi alma tanto tu quisieras,
que por salvarme y buscarme tu dejaste
el cielo con sus glorias duraderas.