POR AMOR
Cuando estabas, Señor en el madero,
clavado, burlado, escarnecido,
entre el cielo y la tierra suspendido
mientras malvada turba te acosaba
cual perros hambrientos tras su presa
y tu mansa cabeza coronada
pendía sombria del madero...
Pregunto, Señor, en mis adentros...
¿ Qué fuerza extraña te retuvo,
que amor sublime allí te ataba?
Si podías bajarte y liberado
herir esa soberbia en plena cara
y mostrarte cual Tu eres, Cristo amado
cual Rey Señor, Potente y Soberano.
No fueron los clavos que apretaban
tan cruel tu mano en el madero
y a tus pies ceñidos los tenian
como presos atados en el cepo.
Fue tu amor, tu grande amor por mi
que quedaste pendido por salvarme,
pudíendome lavar con esa sangre
que brotaba, Señor de tus heridas.
No escuchaste la turba embrutecida,
te escondiste por mi, tras mis pecados
y por ti mismo ya purgados
quedaste en la cruz, de amor aprisionado.
Me vence hoy, Señor, tu amor tan grande,
¡Entregarte tu mismo por salvarme!...
Toma mi vida, a Ti te pertenece,
La compraste en la cruz dando tu sangre!